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jueves, 13 de septiembre de 2007

" El que sabe de profundidad, sabe también de Dios "


Para ser testigos de Dios en el mundo, debemos haber tenido, debemos de estar teniendo experiencia de El. Misterio simpre vivo y actual que llena toda existencia humana, que lo lanza a ser un hombre necesitado de llegar hasta la mayor profundidad del mar, es decir hasta el encuentro con el mismo Dios. Si observamos el mar,desde la orilla, experimentamos por nuestros sentidos, que el agua esta tranquila o turbia, escuchamos el sonido de sus olas, percibimos su estado, pero todo eso sólo hace parte de lo externo, de lo que es superficial a la vista de cualquier persona,para llegar a conocer lo más íntimo del mar debemos sumergirnos en su profundidad.
Estamos tan acostumbrados a definir las cosas de acuerdo como las vemos a primera vista,o de acuerdo a lo que los libros nos han enseñado, definimos por costumbre,si nos preguntan qué es el mar, respondemos por lo que nos han dicho o hemos visto, pero pocas veces nos atrevemos a responder de acuerdo a todas las realidades que el contine, porque no las conocemos todas, quizás la sabiduría popular nos enseña que para responder acerca de quien es Dios, habrá necesidad de entrar en profundidad con El, tendrémos que sumergirnos en ese gran mar que lleva por nombre Dios.
Es necesario sumergirnos primero en nosotros mismos, conocernos saber quienes somos, que queremos, que buscamos, que esperamos, para que vivimos, por que nos interesa conocer a Dios, es necesario reflexionar sobre lo que somos, es necesario darle sentido a las cosas que hacemos, es importante preguntarse, esto o aquello que significa en mi vida, en la medida que le encontremos respuesta a esos interrogantes y que logremos vencer la rutina que nos lleva diario a responder de acuerdo a parametros establecidos, podremos decir que estamos avanzando en nuestra propia profundidad, que en últimas es avanzar en la profundidad de Dios. Dios es tan propio al hombre, que sólo en lo íntimo de nuestra vida cotidiana, en nuestra historia, podemos encontranos con El.
Para conocer a Dios, como para conocer el mar, no solo basta con estar en la orilla y decir que lo conozco, es necesario entrar y habitar en él.

Redactó lucas

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